
Humberto Campodónico argumenta en su columna de La República del día miércoles 28 (aquí) que aunque el Perú vaya a sobrepasar los US$4,000 de PBI per capita en el año 2007 (superior al anterior pico de 1975) este promedio es engañoso pues esconde una desigualdad donde “pocos ganan mucho y muchos ganan muy poco” y la prioridad del gobierno debería ser “crecer re-distribuyendo” lo que obliga a “replantear el actual modelo económico”.
Desacreditar a PBI como un índice valido para interpretar el desarrollo económico del país no es una receta nueva. Por el contrario, la aplican los enemigos de la economía del mercado desde que el Perú comenzó a crecer a tasas superiores al 5%.
Lo cierto es que aquí como en Sebastopol, un PBI creciente significa más ingresos fiscales para inversión pública y más empleo, mejor pagado. Siempre. Pongámonos en un caso extremo. Imaginemos que este nuevo producto es absorbido enteramente por un único dueño de una mina, y al explotarla se vuelve millonario. Pues sin excepción algo de este valor tendrá que redituar al Estado en impuestos. Y así también, sin excepción, alguien tiene que trabajar para hacer real ese valor, por lo tanto algún sueldo o ingreso tiene que otorgarse a alguien que de lo contrario no recibiría ese sueldo.
Lo que nos lleva a la desigualdad. Todo país que crece, va a ocasionar más desigualdad. Siempre. Pero desigualdad solo significa que algunos se vuelven más ricos que otros, pero todos se benefician. Eso de que los pobres se vuelven más pobres es una cantaleta sin sustento. Aun así, no será lo más justo, pero es preferible a que todos nos mantengamos igual. El desarrollo requiere tolerancia a la desigualdad.
Lo cierto es que el Estado debe ayudar a que todos sean favorecidos, no solo una parte de la población. Y como se hace esto? Con mayor y mejor infraestructura, educación y salud. Estas deberían ser las prioridades, las que por lo cierto no aborda Humberto Campodónico.
La receta de Humberto es, por el contrario, “crecer re-distribuyendo”. No conozco un modelo económico que logre crecer re-distribuyendo, que me diga adonde, en que parte del globo ha visto una cosa así. Donde el crecimiento ha sido parejo, ha sido porque la población ya tenía las mismas ventajas en salud, educación e infraestructura y no porque el modelo económico haya sido mágico.
Lo cierto es que aquí como en Sebastopol, un PBI creciente significa más ingresos fiscales para inversión pública y más empleo, mejor pagado. Siempre. Pongámonos en un caso extremo. Imaginemos que este nuevo producto es absorbido enteramente por un único dueño de una mina, y al explotarla se vuelve millonario. Pues sin excepción algo de este valor tendrá que redituar al Estado en impuestos. Y así también, sin excepción, alguien tiene que trabajar para hacer real ese valor, por lo tanto algún sueldo o ingreso tiene que otorgarse a alguien que de lo contrario no recibiría ese sueldo.
Lo que nos lleva a la desigualdad. Todo país que crece, va a ocasionar más desigualdad. Siempre. Pero desigualdad solo significa que algunos se vuelven más ricos que otros, pero todos se benefician. Eso de que los pobres se vuelven más pobres es una cantaleta sin sustento. Aun así, no será lo más justo, pero es preferible a que todos nos mantengamos igual. El desarrollo requiere tolerancia a la desigualdad.
Lo cierto es que el Estado debe ayudar a que todos sean favorecidos, no solo una parte de la población. Y como se hace esto? Con mayor y mejor infraestructura, educación y salud. Estas deberían ser las prioridades, las que por lo cierto no aborda Humberto Campodónico.
La receta de Humberto es, por el contrario, “crecer re-distribuyendo”. No conozco un modelo económico que logre crecer re-distribuyendo, que me diga adonde, en que parte del globo ha visto una cosa así. Donde el crecimiento ha sido parejo, ha sido porque la población ya tenía las mismas ventajas en salud, educación e infraestructura y no porque el modelo económico haya sido mágico.
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